Hay amores que son para siempre
Hay amores que son para siempre
Jueves 12 de noviembre de 2020

Roberto López
El recuerdo que nos queda de esas personas invaluables, significativas, irremplazables, que han dejado huella en nuestras vidas

En días pasados, se celebró una vez más, una gran tradición en México, que consiste en recordar a las personas que han fallecido, las familias honran a sus seres queridos que se han adelantado en el camino, algunas veces por causas naturales, otras no, pero al final, todas las ausencias duelen, se sienten, se vuelven difíciles de pasar, asimilar, aceptar. De igual forma, son días cargados de mucha nostalgia, sentimientos encontrados, ya que existen los recuerdos de palabras que no se dijeron a tiempo, abrazos que no se dieron, heridas que no cerraron; al mismo tiempo que se recuerdan momentos inolvidables, sonrisas, lágrimas de felicidad, frases llenas amor, miradas cargadas de ternura.


En esta ocasión, quiero hacer una reflexión acerca del recuerdo que nos queda de esas personas invaluables, significativas, irremplazables, que han dejado huella en nuestras vidas, gracias a todo el amor que recibimos de su parte, en tantas y tantas muestras de cariño y afecto; que siempre estuvieron en los momentos importantes, dándonos un abrazo, un beso, un palmada en el hombro, una palabra de aliento, de consuelo, un consejo o simplemente estuvieron ahí para escucharnos, apacentarnos , apoyarnos.


Según la tanatología, el dolor que se siente ante la partida de un ser amado, se debe al vacío que deja esa persona, porque la vamos a extrañar por siempre, sentiremos su ausencia. En lo personal, pienso que quien pierde un familiar muy cercano, con el que se tenía un trato permanente, a quien se amaba; su partida causa gran tristeza, por el hecho de saber que al regresar a casa no podremos verle ya más. Pero hay una esperanza que vive en nuestra fe, que es la de volvernos a reunir con ellos, en un lugar mejor, junto a Dios, quien nos ha prometido una vida de gozo y paz a su lado en el reino de los cielos, y podemos tener la certeza de que así será, porque es el mismo Dios quien nos da una promesa en la primera carta a los Tesalonicenses, capítulo 4 versículo 4 que dice: “Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en Él”.


 


 


 


Por último, quiero compartirles un poema del gran autor uruguayo Mario Benedetti, que también se podría considerar como una dedicatoria para esas maravillosas personas que han dejado de existir, pero que sentimos vivo su amor en nuestro recuerdo: “Si la esmeralda se opacara, si el oro perdiera su color, entonces, se acabaría nuestro amor. Si el sol no calentara, si la luna no existiera, entonces, no tendría sentido vivir en esta tierra, como tampoco tendría sentido vivir sin mí vida, la mujer de mis sueños, la que me da la alegría… Si el mundo no girara o el tiempo no existiese, entonces, jamás moriría. Jamás moriría tampoco nuestro amor… pero el tiempo no es necesario, nuestro amor es eterno, no necesitamos del sol, de la luna o los astros, para seguir amándonos… Si la vida fuera otra y la muerte llegase, entonces, te amaría hoy, mañana… por siempre… todavía.”


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